Editorial 45

Verano, pues, como un tiempo distinto, como un tiempo esperado, un tiempo de creación o de ocio, de descanso.

Editorial 45

Verano, pues, como un tiempo distinto, como un tiempo esperado, un tiempo de creación o de ocio, de descanso.

Verano

 

Propongo pensar no en el verano sino más bien el verano. ¿Cómo hacerlo? La respuesta, para mí, es desde el tiempo, porque el verano es un modo de ser del tiempo humano, un trozo de tiempo, una organización del tiempo con la que cada año nos encontramos. El verano es un tiempo de espera, porque es en este tiempo que esa condición deseante se palpa de forma más intensa. El verano es el tiempo que antropológicamente está dedicado a cumplir una espera, a culminar una espera.

Uno de los modos que los humanos tenemos (al menos en el mundo occidental) de organización, o planificación, del tiempo es el de trabajo/ocio, o mejor todavía, la diferencia entre un tiempo de obligación y un tiempo abierto. La mayor parte de la vida (que marca el calendario) la pasamos viviendo en un tiempo de obligaciones, que corresponde no solamente al trabajo, sino también a la vida social, con otros. En este tiempo debemos trabajar, pero también tenemos otras obligaciones que tienen mucha importancia, también.

Ahora bien, existe otro tiempo, otra espacio-temporalidad, que compensa la obligación. Se suele llamar tiempo libre, pero pre­fiero referirme a este momento del tiempo-espacio humano como un tiempo abierto, es decir, como un tiempo no estructurado por el deber, sino solamente por el deseo. El verano se inscribe en esta se­gunda estructura espacio-tem­poral. ¿Por qué esperamos el verano? Sencillamente porque sabemos que será aquel momento del año en el que –supuestamente– vamos a sus­pender el deber y va a irrumpir el deseo. Uno podrá ocupar el tiempo estival en lo que desea y no en lo que debe. Es verdad que muchas veces el deber es tan poderoso que coloniza el deseo, pero en tal caso el verano deja de ser verano.

Verano, pues, como un tiempo distinto, como un tiempo esperado, un tiempo de creación o de ocio, de descanso.

Por eso es por lo que Fundación Medifé y el Viejo Hotel Ostende, nos reunimos en una acción que propone vincular el verano con la cultura.

Cuando el descanso se impone, también entonces creemos que podemos disfrutar mejor de ese tiempo si lo hacemos rodeados de cultura, de arte, de experiencias estéticas. "Coincidir", en el VHO, tiene ese espíritu común; elegir una oferta artística de calidad: artes vivas y lecturas en la voz de sus autores, el cine en la playa, la música en vivo. Nos hace bien proyectar juntos pensando en que quienes pasan su verano en la costa disfrutarán de un plus de bienestar con estos hermosos encuentros.

Y para quienes nos quedamos en la ciudad, tenemos propuestas de lectura, bajar los libros que están gratuitamente disponibles en la página de Fundación. Porque creemos que leer en verano es una forma de viajar, de pasar el tiempo, de descansar y desconectar. Pero también se lee para vivir, para saber y para nada; leer puede no ser parte de un proyecto, puede no tener finalidad alguna, pero es cierto que nos abre a mundos nuevos, fomenta la ilusión y nos lleva a lugares impensados.

Disfrutemos todo lo posible este tiempo, este otro modo del tiempo para entonces juntar el ánimo y poner el cuerpo a tono para volver a la tarea y a la vida diaria de la labor. Es saludable el descanso, se recomienda el ocio, aunque estemos en el mismo sitio podemos sacar todo el provecho de la cercanía con los demás, la familia y amigos. Ojalá podamos descansar y cargar la energía que necesitaremos en el año.

 

Daniela Gutierrez

Gerenta general

Fundación Medifé


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