
Blas Aparecido actúa como un nexo entre la obra de Berni y el mito popular de la Difunta Correa, funcionando como un medium que reactiva y resignifica esa figura. Su intervención genera una red que une artistas, obras, mitos y el Museo Macro, expandiendo el sentido de la obra original hacia nuevos territorios simbólicos.
Desde su mirada, lo sagrado y lo profano se entrelazan, conectando la Difunta con otros íconos populares como el Gauchito Gil, Gilda o Maradona. En este gesto, Blas no trabaja en soledad: convoca a otros artistas a sumar exvotos a un santuario colectivo, afectivo y provisional dentro del museo.
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